lunes, 13 de abril de 2009

Amante clandestino

Quisiera decirte que te quiero pero no puedo. Supongo que entre nosotros éso está prohibido. Prohibido lo que siento por ti. Prohibido lo que te digo y oigo decirme. Pero la sangre se evapora al pensar en ti. ¿Cómo lo controlo? Odio mis malditos prejuicios por los que no te vi hoy. Sabes, a veces me odio por echar así mi vida a la trituradora. Tengo sed de ti. Necesito tu cuerpo más que nunca. Y tu calor abrasándome molécula a molécula, muy lentamente. Vísteme de tu piel y dame a saborear tu aliento. Necesito que me excites poco a poco y perderme a ese ritmo en tu locura. Aunque siempre me gustaste, no imagine que ese beso me sacara así de mis cabales. Ese beso bendito del que sólo tú y yo tenemos conocimiento. El beso prohibido de los que ya están reservados a unos solos labios, que bien saben que no deben rosar otros, pero aún así, tu tocaste los míos y me hechizaste. ¿Por qué hay veces que cuando digo “te quiero” el otro reacciona como si le conjurara un maleficio? La emoción de tenerte a mi lado y no poder hablar directamente de lo nuestro, sólo fingiendo que trabajamos, es un cohete que me mantiene despierta a estas horas reposadas. Sólo requiero de un segundo para abrazarte como hasta ahora no lo he hecho; sentir tus brazos apartándome del mundo. Tener tu mirada a unos milímetros de la mía y darte otro beso escondido en este secreto que le grito a mis adentros, que me invita a pisar más fuerte el acelerador de mi existencia. ¿Te imaginas que alguien lo supiera? No lo harán. Pero sólo de imaginar su expresión envidiosa, me excito más. ..